Natacha Rodríguez

Natacha Rodríguez

Directora de Tecnología y Excelencia, Operativa de ManpowerGroup

CuadradosCEG

La acertada combinación de talento y tecnología será la palanca de cambio para las corporaciones excelentes que aborden la revisión de su cultura organizativa tras el COVID.

 Recordaremos 2020 como el momento de mayor cambio en el mundo del empleo de los últimos tiempos. De un día para otro, la población debió adaptarse a trabajar, a comunicarse, a hacer cualquier gestión de su día a día online desde su domicilio, y a integrar las videoconferencias como parte fundamental de la vida profesional y personal. Las corporaciones y sus líderes tuvieron que acelerar su transformación digital, y aceptar que la incertidumbre que define a los entornos VUCA se convertía en una constante.

Esa digitalización forzosa de prácticamente el 90% de los españoles ha puesto a prueba a profesionales y empresas y, en consecuencia, a sus culturas y estructuras organizativas. Es probable que en el futuro distingamos a las organizaciones excelentes por la capacidad que tuvieron de aprovechar este momento de crisis para adaptarse, reforzar y/o evolucionar su cultura corporativa y sumarse a la verdadera transformación de sus modelos de negocio. Y es en este proceso donde sobresalen talento y tecnología como motores de excelencia y competitividad, claves para la estrategia empresarial tras el COVID.

En el último Foro de Davos, ManpowerGroup presentó el estudio “Skills Revolution” que sustenta este nuevo acercamiento al cambio organizativo: Por un lado, demuestra que la transformación digital de las empresas durante los momentos críticos de la pandemia había ayudado a sus planes de generación de empleo; y, por otro, identifica qué funciones, áreas de especialización e incluso geografías han sido más afectadas por la digitalización global, y por tanto, requieren mayor apoyo en el upskilling o reskilling de sus profesionales.

Lejos de considerar la deslocalización o el trabajo en remoto como elementos debilitadores de la identidad corporativa, una gran parte de las compañías globales los han entendido como oportunidad de revisar su cultura organizativa: han reforzado los espacios de comunicación entre equipos, impulsado el bilingüismo digital entre sus profesionales, concedido mayor flexibilidad, autonomía y capacidad de autogestión a todos los niveles, y, por supuesto, priorizado el bienestar integral de todos los miembros de la compañía. En definitiva, se han acercado más rápido al conocido como “Smart working”, o el nuevo entorno laboral.

Tenemos un gran reto como directivos: hemos de analizar qué define nuestra cultura organizativa y cómo se alinea al nuevo contexto global, digital, y en eterno cambio. Es momento de revisar nuestras políticas y sistemas, estilos de liderazgo y procesos, la relación de nuestros equipos entre ellos y con la marca…; hemos de dar claridad a nuestro propósito, integrar el concepto de innovación en nuestra cultura y transformar si es necesario la relación integral con nuestros stakeholders. En definitiva, analizar cómo el talento y la tecnología pueden impulsar el cambio en el sentido competitivo y excelente que buscamos. No olvidemos que las crisis son una de las mejores oportunidades para reforzar nuestras organizaciones, reivindicar nuestros valores, transformarnos para adaptarnos a un contexto nuevo y reconocer al talento y al liderazgo transformacional que nos permita superarlas de manera exitosa.