Paloma Beamonte
Vicepresidenta, del CEG
Durante décadas los distintos modelos de calidad en la gestión empresarial nos han guiado en adaptarnos al cambio constante de nuestra sociedad, a través de una cultura de mejora continua, pero ¿sigue siendo válido este camino?
Yo hasta ahora siempre había defendido la evolución y no la disrupción. Si cada año evalúas tu modelo de negocio, estableces áreas de mejora y trabajas sobre ellas, conseguirás la mejora continua sin tener que hacer disrupciones severas que tanto sufrimiento suelen conllevar a las organizaciones. Pero la actual revolución digital ha supuesto una ruptura con modelos antiguos a la que ya no podemos enfrentarnos con evoluciones paulatinas. El mejor ejemplo lo tenemos en las numerosas start ups que día a día se están “comiendo” el mercado de empresas muy consolidadas que, cuando se quieren dar cuenta, no cuentan con la flexibilidad que las nuevas tecnologías y la nueva cultura colaborativa le aportan al nuevo jugador. Hasta el propio Modelo EFQM deja de ser una herramienta de evaluación de áreas de mejora para convertirse en una metodología de auténtica transformación de la organización.
Todos tenemos prácticamente asumido que hay que transformarse, pero…..¿cómo hacerlo? Por supuesto el primer paso es fijar el rumbo, establecer la dirección adecuada y para ello tenemos marcadores que nos pueden ayudar, ejemplos de modelos de negocio que han demostrado en breves periodos de tiempo que bien ejecutados son exitosos. También tenemos metodologías de prototipo y testeo que pueden validar nuestros nuevos productos y servicios. Pero lo más complejo desde mi punto de vista es una buena ejecución, en la que nos enfrentaremos al reto de gestionar el funcionamiento de la empresa (el “día a día”) en paralelo a la ejecución eficaz de la propia transformación del modelo de negocio. Ello requiere de un estilo de liderazgo menos jerárquico y más colaborativo, que reconozca la riqueza de la diversidad, no como diferencia de género o edad sino como diferentes puntos de vista que alimentan nuestra ejecución, en una nueva cultura de co-creación y ya no de competición.
Esta transformación también requiere apertura de mente a la hora de entender que el nuevo modelo de negocio va a requerir de nueva tecnología para llegar a un mercado que ya es distinto, pudiendo no ser dicha tecnología necesaria para nuestro modelo de negocio tradicional. Por ello las empresas cada vez más dejan de abordar macro-proyectos de transformación de todos sus sistemas para emprender laboratorios de innovación basados en tecnologías que utilizarán únicamente para esos nuevos negocios, como única forma de que sean viables y sostenibles.
En resumen, soy de las idealistas que piensan que si ejecutas correctamente obtendrás resultados. Y si no los obtienes…. ¡revisa en qué has fallado al ejecutar tu estrategia! Lo que es cierto es que estamos en un mercado nuevo, que ya no nos dice qué necesita en encuestas y estudios de mercado porque a veces no lo sabe ni él mismo, pero cuando lo ve, lo adopta.