Alfonso Ramos
Director de Seidor Estrategias
Las circunstancias que estamos viviendo, y que están impactando a tantas personas, empresas, instituciones, han hecho cambiar muchos de nuestros enfoques. Han arrasado planificaciones, eliminado hábitos, costumbres, creencias, modelos de relacionarse, comunicarse y un sinfín de aspectos imposibles si quiera de listar. Todo ello nos ha empujado a tener que diseñar nuevas maneras de gestionar a las personas basadas en la agilidad y la orientación a los clientes, y con un grado de resiliencia que desconocíamos hasta la fecha. Nos ha hecho ser más fuertes y ver claramente dónde se encuentran nuestros nuevos límites, nuestros nuevos retos.
Con estas firmes creencias, tengo el convencimiento de que las empresas se encuentran con un reto, “un gran reto” y, por ende, con una oportunidad. Una oportunidad que hay que afrontar con actitud positiva, el motor que hace que una cosa que pueda ir bien, vaya mejor.
Todo esto hace que los nuevos modelos deban tender a organizaciones más redárquicas, en el que el líder busque la innovación no como algo extraordinario, sino como algo cotidiano, como parte del ADN de la empresa. Que pase de ser un plus a ser un must. De algo inalcanzable, a un hábito en las personas. Pensar de forma diferente, para conseguir cosas diferentes como palanca clave de la transformación. El nuevo escenario nos debe modificar la forma de liderar. Debemos liderar con equilibrio. Ver el hoy, pero sin dejar de fijarnos en el mañana y tener cuatro aspectos siempre presentes: visión, escucha, adaptabilidad y foco, mucho foco. Hemos aprendido que perdemos mucho tiempo en lo accesorio. La crisis nos está enseñando a concentrar nuestros esfuerzos en lo que realmente importa, a seleccionar las apuestas, a enfocarlos en lo distintivo y diferencial.
Nuestro compromiso debe empezar desde arriba, con la responsabilidad de tener propósitos claros, no generalistas, concisos, objetivos retadores, creíbles y alcanzables, en tener pasión por lo que hacemos. Lo que distingue a un líder de otro es la pasión, el amor que pone en lo que hace. Liderar es entusiasmo, amor, trabajo; es arrastrar a la gente siendo coherentes entre lo que pensamos, decimos y hacemos. Todo ello hace que nuestra obligación sea el de preparar a las personas para el momento, para que sean capaces de responder con mayor agilidad, desarrollar organizaciones en red, centradas en lo importante, para que sepan rodearse de talento, de las que sepan aprendan continuamente, de las que decidan con datos. Es decir. preparadas para afrontar con éxito el futuro que ya está aquí.
Por último, sugeriría como líneas de actuación necesarias para abordar este proceso de transformación con éxito dos aspectos clave en el nuevo escenario, la digitalización y la sostenibilidad. Debemos de pensar en que nuestro modelo empresarial debe ser sostenible, tanto financiera, social como medioambientalmente, debe recoger las sensibilidades de la sociedad y ser percibido como un valor. Y, en segundo lugar, la importancia de la digitalización. Desde la incorporación de nuevos modelos empresariales, la automatización de infinidad de procesos a través de la tecnología que nos ayudan a posicionarnos desde un prisma más competitivo, hasta la conectividad de nuestros empleados. Lo digital va a ser un elemento nuclear de la evolución de nuestros negocios, un activo multiplicador, un canal esencial, una competencia insustituible, un impulsor estratégico. No podemos permitirnos prescindir de estos dos ámbitos de actuación.